jueves, 26 de enero de 2017

HE AQUÍ A UN HOMBRE-HOMBRE: EL INDÍGENA AILTON KRENAK, Por Leonardo Boff


He aquí a un hombre-hombre: el indígena Ailton Krenak
23/01/2017
Leonardo Boff, teólogo de la liberación




En medio de la babel de los discursos políticos, golpistas y anti-golpistas de la actualidad es refrescante y animador entrar en contacto con el pensamiento y la visión de la realidad de este destacado líder de los pueblos originarios que es Krenak. Al final de la lectura de las entrevistas y textos recogidos en el libro “Ailton Krenak: encuentros” (Azouge La editorial, Río de Janeiro, 2015) nos lleva a exclamar: “He aquí un hombre entero e integral, un verdadero” Burum “(ser humano, en lengua krenak).

Nació en 1953 en la familia indígena de los Krenak que se encuentra en el Valle del Río Doce, en la frontera de Espírito Santo y Minas Gerais. Bajo su dirección se crearon dos órganos importantes para la causa indígena: la Unión de las Naciones Indígenas (UNI) que articula alrededor de 180 etnias diferentes y la Alianza de los Pueblos del Bosque. Se alfabetizó tardíamente, pero para él este hecho no tiene el significado que nosotros le atribuimos. “La escritura y lectura para mí, no es una virtud mayor que caminar, nadar, trepar a los árboles, correr, cazar, hacer un cesto, un arco, una flecha”.

La gran enseñanza viene de las tradiciones sagradas de las tribus y de la inserción en la naturaleza y en el universo. Irónicamente observa: “Mi abuelo vivió hasta los 96 años. Para mi pueblo era un sabio y un guerrero; para el gobierno brasileño era un niño, un sujeto que debía ser vigilado y tutelado”.

Contra este tipo de interpretación y de política Krenak ha lanzado duras críticas. Fue famoso su discurso el 4 de septiembre de 1987 en la Asamblea Nacional Constituyente. Delante de todos se pintó de luto y se vistió con los símbolos indígenas. Era una protesta en contra de la forma como han sido tratados históricamente. Denunciaba: “Hoy somos el blanco de una agresión que tiene como objetivo tocar, en su esencia, nuestra fe y nuestra confianza… los indígenas han regado con sangre cada hectárea de los 8 millones de kilómetros cuadrados de Brasil”. Pero quedó contento con las leyes aprobadas a favor de los pueblos originarios en la Constitución, a pesar de que se violen continuamente.

Nunca debemos olvidar una de las páginas más vergonzosas y crueles de nuestra historia. Don Juan VI apenas llegó a Brasil decretó por Carta Regia del 13 de de mayo de 1808 una guerra ofensiva contra lo que ellos llamaban botocudos (el adorno que utiliza el labio, el botoque). En ella se decretaba: debéis considerar como iniciada contra estos indios caníbales una guerra ofensiva que seguiréis siempre en todos los años en la estación seca y que no tendrá fin, sino cuando tengáis la felicidad de enseñorearos de sus casas y de capacitarlos de la superioridad de mi armas reales, de tal manera que, movidos por el terror de las mismas, soliciten la paz y la sujeción al suave yugo de las leyes. Nada más arrogante y mentiroso (no eran antropófagos) que semejante texto. Los Krenak casi fueron exterminados. Pero se internaron en el bosque y poco a poco se rehicieron como una tribu valiente, inteligente y guerrera que generó a Ailton Krenak.

La lucha principal de Ailton es la preservación de la identidad tribal, sea en sus territorios, sea en las zonas urbanas. Muestra los errores de los intentos de aculturarlos para incorporarlos a la sociedad nacional, con el fin de civilizarlos, sin darse cuenta de la inmensa sabiduría ancestral de la que son portadores y de la profunda comunión que viven con la naturaleza y el universo. En la actualidad, en medio de la crisis ecológica universal, se muestran nuestros maestros y doctores.

“Somos indios solamente para los blancos”, dice Krenak. Nosotros tenemos nuestra identidad y nombre: krenak, yanomami, guaraní kaiowá y otros. “Para nosotros no existe América Latina; existe el universo”.

Él y su tribu son profundamente religiosos. Él dice: “Yo practico, pero no tengo que ir a un templo, no tengo que ir a una misa. Me relaciono con mi Creador, me relaciono con la naturaleza y con los fundamentos de la tradición de mi pueblo”. En otra entrevista, dijo: “Los Krenak piensan que somos parte de la naturaleza, los árboles son nuestras hermanos, las montañas piensan y sienten. Esto es parte de nuestra sabiduría, de la memoria de la creación del mundo”. Aquí surge la misma experiencia de San Francisco de Asís y nos recuerda la encíclica sobre la ecología integral del Papa Francisco. Con valor defiende lo sagrado que está en todas las cosas.

Recuerdo que en uno de los primeros congresos habidos en Brasil me tocó exponer la visión de San Francisco sobre la fraternidad universal, con el sol y con todos los seres. Al final, dijo el jefe y chamán yanomami Davi Kopenawa: “este no es un santo católico; es como nosotros, un indígena”.

Por último vale la pena escuchar este testimonio de Ailton Krenak: “Creo que hubo un descubrimiento de Brasil por los blancos en 1500 y después un descubrimiento de Brasil por los indios en 1970 y 1980. El que vale es este último. Los indios descubrieron que, a pesar de que son simbólicamente los propietarios de Brasil, no tienen dónde vivir en este país. Ellos tendrán que hacer que este lugar exista día a día expresando su visión del mundo, su potencia como seres humanos, su pluralidad, su deseo de ser y de vivir”. Debemos todos apoyar este justo desideratum.

*Leonardo Boff é articulista del JB online y ha escrito: O casamento do Céu com a Terra, Mar de Ideias, Rio 2010.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Fuente: muro de facebook de Leonardo Boff

https://leonardoboff.wordpress.com/2017/01/23/ecco-un-uomo-uomo-el-indio-ailton-krenak/

sábado, 7 de enero de 2017

LO MEJOR QUE PODEMOS HACER ES REZAR, Por Eduardo de la Serna, Grupo de Curas en la Opción por los Pobres

Eduardo de la Serna


Lo mejor que podemos hacer es rezar
Eduardo de la Serna

La frase que encabeza esta nota fue pronunciada por el ministro argentino de Medio Ambiente. Ante la baja de presupuesto a su cartera para el año 2017 por parte del gobierno del que es miembro dijo esto. Para justificar el dicho remitió a su ser rabino. En el verano es habitual que ocurran incendios y – al no tener instrumental, o medios – recurrió a Dios como solución (¿mágica?). Hasta ahora hay 600.000 hectáreas incendiadas en la provincia de La Pampa. Pareciera que Dios no ha escuchado a los suplicantes.

Pero ¿es así? Sin dudas que creo que no, pero no está de más explicarlo.

Pretender encontrar (o no) la solución en Dios depende de cómo es ese Dios en el que creemos. O, para empezar, qué se entiende por “rezar”.

Si creo en un Dios que es activo y hacedor de historia, “pedir” / “rezar” significaría confiar en que él podría transformar algunas de las cosas que nos afectan (una enfermedad, la desocupación, el dolor…). En ese caso, pedimos por la curación de alguien con la esperanza de ser testigos de su recuperación. Pedimos que no haya focos de incendio esperando que las causas desaparezcan (sean estas humanas o cósmicas).

Si creo en un Dios “titiritero”, pedir significa que envíe una lluvia que apague los incendios, o que no haya causas que los provoquen, por ejemplo rayos (para no aludir a las causas humanas, por cierto).

Rezar, ¿es pedirle a Dios que intervenga para modificar los acontecimientos o circunstancias que pueden provocar (o razonablemente provocarán) una determinada situación no deseada?

Si ese es Dios, muchas cosas quedan por aclarar: el hambre, las guerras o desastres naturales, por ejemplo; ¿por qué Dios no interviene frenándolos?

El Dios en el que yo creo es un Dios que sugiere, que invita o – hasta – que compromete. Dios nos invita a vivir de un determinado modo, y es habitual que lo ignoremos (a eso llamamos “pecado”). De ese modo quisiera Dios que vivamos. No creo en un Dios que nos lleva, trae, saca y pone (a eso llamo Dios “titiritero”, que maneja los seres humanos y su historia moviendo los hilos). Creo en un Dios personal que se encuentra con nosotros saliéndonos al paso, pero mostrándonos su “rostro” de puro amor. Decir que “Dios es amor” es – sin duda – lo más pleno que podemos decir de él. Y el amor no impone, sino que invita, motiva o sugiere. Por eso, me cuesta creer en un Dios que enviaría las lluvias ante un incendio; me resulta mucho más “creíble” un Dios que invita a poner en práctica políticas públicas para prevenir los incendios y a tener los elementos necesarios para combatirlos si estos ocurriesen. Del mismo modo que para las políticas de salud, o las políticas de infancia y su imputabilidad, por ejemplo.

Dejo de lado, además, que (como es frecuente en el gobierno de Cambiemos) con las cosas así planteadas, los incendios de La Pampa no son culpa de las políticas perversas que ejecuta y de los ineptos que las aplican (comenzando por el presidente, por cierto) sino culpa del “Dios todopoderoso” que no manda las lluvias que el Ministro reclama. “La culpa es del otro si algo me sale mal… entre estos tipos y yo hay algo personal”.

Creo firmemente en la importancia de rezar, pero creo que esto se trata de un encuentro de amistad. Rezar es un encuentro de amor, como lo afirman grandes místicos de ayer y de hoy. Y es en ese amor y ese encuentro donde nos vemos motivados a salir también nosotros al encuentro de “los otros”. El encuentro con el amor infinito de Dios nos impulsa a derramarlo en los demás. El “amor a Dios” y el “amor al prójimo” son inseparables y uno y otro se retroalimentan.

En cambio, responsabilizar a Dios por la no-lluvia queda aumentado con una nueva “culpabilización” a Dios escudado en una supuesta “profecía apocalíptica”. Responsabilizar a Dios de lo que es nuestra responsabilidad es un absurdo contra el que la maravillosa mística judía Etty Hillesum (asesinada en la Shoah) ha alertado frecuentemente. Evidentemente el rabino Bergman y yo hablamos de “Dioses distintos”.

Fuente: muro de facebook del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres