martes, 25 de octubre de 2016

LUTERO, A CASI 500 AÑOS DE LA REFORMA PROTESTANTE, Por Claudio Javier Castelli



Martín Lutero, el gran reformador



LUTERO, A CASI 500  AÑOS DE LA REFORMA PROTESTANTE, Por Claudio Javier Castelli

El movimiento protestante, tiene su punto culminante cuando Lutero clava las 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg, el 31 de Octubre de 1517, la base era la discrepancia de este con las indulgencias, a través de las cuales, con las monedas de los creyentes, puestas en los recipientes al efecto, el alma viajaba al cielo perdonados sus pecados. Se compraba la salvación.
Claudio Javier Castelli
Si bien, las 95 tesis de Lutero, estaban redactadas en Latín, alguien las tradujo al alemán, y “las entregó a la imprenta y después de poco tiempo, toda Alemania estaba hablando del desafío al Papa y su poder, del dinero que salía de las tierras alemanas para construir la basílica de San Pedro en Roma y del hombre Martín Lutero[1]
Hay cuatro principios protestantes: Sólo fe; sólo gracia; sólo escrituras; sólo cristo.
Sólo por la fe somos salvos, sin necesidad de las obras. Sólo por gracia de Dios, no hay nada que podemos hacer. Sólo las escrituras son el único complejo textual, al cual debe someterse el cristiano.
Sólo Cristo, es el único mediador entre Dios y el Hombre. Esto último es fundamental, porque al hacer de cristo, el único mediador, toda la estructura eclesiástica, se derrumba, como un castillo de naipes. A la par que el creyente está en conexión directa con la comunidad, está también en relación directa con Dios. Esa relación directa lleva al creyente a trabajar con un Dios personal, revelado en la biblia, pero personal.

Si bien Lutero se mantenía entre dos mundos: el medioevo  y el incipiente capitalismo, podemos decir, que en realidad era un monje agustino medieval, pero revolucionario en su cristianismo, en consecuencia, hay vestigios del individuo libre posterior, sólo vestigios, pero muy sólidos.

Es que ya, en la Roma Católica,  la religión era una interioridad de la conciencia, reservada a Dios. Dad al César, lo que es del César, y dar a Dios lo que es de Dios.
Los mártires cristianos antiguos soportaban el sufrimiento, sabiendo de su salvación, que los verdugos nada podrían hacer contra sus creencias.

Dice Hegel, que en el Platón, de la República perfecta, yacía  un germen, de lo que no podía ser posible, y en consecuencia era una reacción, contra aquello, que prometía la inminente revolución del mundo, con la individualidad y subjetividad, que introduciría el cristianismo. De esa forma, Platón, se ha mostrado como un gran espíritu, porque el eje sobre el cual gira lo decisivo de su idea, es el eje, sobre el cual gira la inminente revolución del mundo.

En Lutero pues, no hay más que ese poder del cristianismo, que se apronta para dar la estocada, y preparar el mundo, con el mismo protestantismo para desarrollar el capitalismo, que, a su vez, secularizaría el mundo. Pero, claro, no totalmente.

En el célebre escrito "Sobre el comercio y la usura" (1524) emprende un ataque feroz al prestamo con interés, y una serie de prácticas comerciales fraudulentas. Este escrito es de una actualidad demoledora.

El texto de Lutero, “La libertad Cristiana”, de 1520, es fundacional, y es uno de los que más efectos tuvo, fue interpretado radicalmente, por Thomas Muntzer, y otros pastores, que llevaron la libertad, hasta toda liberación de opresión, y se desató la guerra de los campesinos. Lutero no pudo, sino mediar, al principio, para después escribir el panfleto más duro, contra las hordas de campesinos. Murieron cien mil. Lutero se refugió en los príncipes, quienes además, lo habían salvado de las huestes católicas.

Lutero en ese texto, declaró que “el cristiano es libre señor de todas las cosas y no está sujeto a nadie. El cristiano es servidor de todas las cosas y está supeditado a todo”. No fue interpretado así, se lo interpretó como libre de todo, preferentemente.

“Hereje, santo, lunático, fanático, intolerante, salvador, cismático, revolucionario…han sido algunos de los nombres que le han dado a través de la historia. Sólo en las últimas décadas hemos llegado a un aprecio y consenso más compartido entre todos los cristianos del significado de este hombre, totalmente entregado a su Dios. Superó lo que parecía ser los límites de su tiempo. En este sentido fue un verdadero profeta, anunciando el juicio divino sobre las estructuras y ritos atrofiados por el tiempo y proclamando la libertad gloriosa del accionar divino en la historia humana. Nos plantea una pregunta crucial: ¿somos capaces de ser profetas de la misma cuna?, o ¿preferimos guardar lo recibido quedarnos con los pies enlodados en nuestras pequeñas historietas pasadas?”[2]

 “Lutero, en su interpretación del cristianismo, invita a que sinceramente procuremos conocernos retrayéndonos a nuestra intimidad. Vivimos en el mundo: pero conviene, para no extraviarnos en el tráfago y murmullo mundanos, que atendamos a lo que realmente somos y como nos comportamos. Paso inicial para rectificarnos ante el prójimo, ante nosotros mismos y, principalmente ante Dios. Quién procede y actúa, ausente de esta íntima concentración, carece de autenticidad, es segura víctima de lo que va aconteciendo, e incapaz de reacciones nobles, sobre todo en aquello que más íntimamente le concierne. Procede en constante sucesión de aceptaciones y rechazos, conforme a superficiales apetencias del momento”[3]
Juan Calvino

Lutero y Calvino fueron los más influyente reformadores. Max Weber, en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, pone en el calvinismo posterior, las pautas más desarrolladas para profundizar el capitalismo, sobre todo por una interpretación errónea de la predestinación y la vida próspera.


Otro magistral ensayo, de Ernst Troeltsch, “El protestantismo y el mundo moderno”, pone énfasis en el luteranismo y el calvinismo, como goznes con el mundo burgués y el renuevo de la autoridad política.


Las vinculaciones directas entre el desarrollo del nuevo espíritu burgués y el movimiento originado por los dos reformadores protestantes es indudable hasta hoy; en los nuevos tiempos políticos neoliberales en el mundo, los protestantes y evangélicos han sido animadores consecuentes de una teología que pone énfasis, sobre todo, en la prosperidad personal, y se tiñe del espíritu empresario norteamericano; por supuesto que hace estragos en América Latina.
Enfrenta a los evangélicos a la humildad y pobreza de las mayorías, y presta ardiente apoyo al neoliberalismo; puede verse esto más radicalmente en Brasil.

El movimiento protestante y evangélico necesita de aires nuevos teológicos que lo alejen de un sistema inhumano y anticristiano como el neoliberalismo, para bucear en las fuentes de la teología de la liberación, sus continuadores, y sus nuevos aires, que lo lleven a una opción preferencial por los pobres.

No es casual, que desde el vaticano se emprenda una cruzada radical contra el neoliberalismo y sus efectos. Es que una lectura meridiana de la Biblia –antiguo y nuevo testamento- no deja dudas que un sistema económico como el que propugnan los principales países occidentales, tiene efectos catastróficos en América Latina y es condenado por las escrituras. De esa forma, los teólogos europeos o norteamericanos, no pueden satisfacer, las necesidades autóctonas. Por eso, en las iglesias protestantes añoramos un nuevo Lutero, de este lado del atlántico, o una visión más universalista del cristianismo latinoamericano, que no escatime el compromiso político por una sociedad más justa .

Claudio Javier Castelli
Octubre de 2016












[1] “El Camino a La Libertad Cristiana”, por Lee Brummel, pág.12, en “La libertad Cristiana, Martín Lutero, ediciones la aurora, 1983, Buenos Aires.
[2] Presentación, en “La libertad cristiana”, Martín Lutero, ediciones la aurora, 1983, Buenos Aires, pág. 7/8.
[3] “La libertad Cristiana: la opción para una vida auténtica”, por Luis Farré, pág. 18, en ídem.

martes, 11 de octubre de 2016

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE NEOLIBERAL por Claudio Javier Castelli


OBERTURA DEL 19 DE JUNIO DE 2021



No hay nada que se pueda hacer ante una conciencia que dice no



DELIREMOS UN POCO



El título es pomposo. Bien de abogado. El subtítulo es reticente: Durante toda la vida no hice otra cosa que delirar. Pero la vida misma es un delirio. La historia Argentina también es un delirio. ¿Qué es delirar? Dejarse llevar por el pensamiento o los pensamientos, seducirse con el libre fluir que viene de no sé dónde. Ya sé que los psicoanalistas van a hablar de narcisismo, del goce; pero me gusta más libre fluir, la seducción del espíritu.

Deleuze, creo que en “Crítica y clínica”, dice que “cuando el delirio es estado clínico ya las palabras no desembocan en nada”. Es cuestión de gustos, me fascina Jacobo Fijman, y mucho los que se editaron este siglo, y escribió aquel en el hospicio. Muchísimo los poemas de la locura de Friedrich Holderlin. Sólo después de los noventa empezaron a tallar los poetas “cuerdos”.

Borges dice en alguna parte –seguramente de algún abogado, me incluyo- “hablaba con fluidez e incorrección”.

Pero ser es pensar. Esto es una vieja idea metafísica de los griegos y hegeliana. El principal delirio porqué me gusta Hegel. Pero el profesor alemán razonaba con el más imposible esfuerzo racional. Por algo es el último gran metafísico de la filosofía occidental, al decir de Heidegger. ¿Pero cómo se hunde en la realidad no?. Para un latino que lo lee desde Latinoamérica es imposible leerlo sin que la propia lógica dialéctica se disgregue en pedazos, salte de un lado a otro, se convierta en lectura saltimbanqui, en balbuceos. ¿Queda algo del alemán después de eso? Creo que no.

Como Aristóteles, que recepto el legado de Grecia, Hegel, quiso hacer lo mismo con toda la filosofía anterior desde los griegos. ¿Lo logró? No creo. Es imposible hacer algo así. Lo cierto es que cambió el mundo. Todo se ha pensado a su influjo o en su contra.

No somos tantos los hegelianos; operamos en sectas como el capitalismo. Las grandes Corporaciones multinacionales, las empresas, nuestros empresarios, los banqueros también operan como sectas, muy influyentes por cierto. Las clases acomodadas también operan como sectas.

¿Qué es “Clarín”: una secta. 

Pero una cosa es una secta y muy otra: una mafia. Aquí ya entramos en problemas con las leyes en general y con las leyes penales en particular.

Este blog es un apéndice más personal del blog Vagos y Vagas Peronistas. El segundo artículo que publiqué en el mismo, después del Manifiesto de la agrupación, fue “Elogio de la sectas y los sectarios” https://vagosperonistas.blogspot.com/2014/10/elogio-de-las-sectas-y-los-sectarios.html 

Es necesario cuando uno se propone estudiar un tema, o hacer un grupo de estudio, de militancia, o luchar por una idea, o lo que sea, constituirse como una secta.

¿Qué son las feministas hoy? Una secta también muy influyente. En el peronismo conviven infinidad de sectas. ¿Qué es una Unidad Básica, un Comité, un Club? Pero el líder, el conductor, no puede ser “sectario ni excluyente”. Debe integrar el movimiento, las diferentes sectas que lo componen.

Lo que pasa que la palabra secta tiene un hondo sentido peyorativo, y creo que es por la cultura católica que lo ha impuesto. En el mundo protestante es muy habitual el de constituirse como secta. Los evangélicos bautistas sobrevivieron como sectas durante siglos. ¿Cómo se difundió el cristianismo? Era una secta del judaísmo. Los marxistas que quisieron cambiar el mundo en el Siglo XX, trabajaron en sectas como los primeros cristianos.

Fidel Castro, escribió un librito sobre –no recuerdo muy bien el nombre- organizaciones integradas. ¿Cómo empezó la Revolución Cubana?

Hay un momento en que las sectas se integran con la totalidad particular de un momento histórico, no solo por el bregar de la secta, sino por el punto nodal, en que la cantidad se transforma en cualidad. Uno de los ejemplos que daba Hegel en la gran Lógica: un soldado francés es un soldado francés, diez soldados franceses son diez soldados franceses, 100.000 soldados franceses son el Ejército Francés.

¿Cuándo tendrá su punto nodal el feminismo? Cuando la mayoría de sus reclamos sean sentido común de la mayoría en este país. Uniformidad nunca va a haber.

¿Cuándo el peronismo tendrá su punto nodal? Cuando en algún futuro vuelvan al gobierno los neoliberales y sepan que no pueden echar trabajadores, o excluidos, o diferentes, ni tocar sus derechos, y la justicia social sea sentido común en la mayoría del país. Por eso el peronismo se tiene que pensar por un plazo largo de veinte años, mediano de 8, y corto de 2. Porque cada dos años se vota.

El delirio, esa abstracción inútil, como un molinete vuela y se arrastra en el barro caliente y peregrino de todas las cosas, mientras tomamos mate con yuyos, el burrito no puede faltar. Nosotros buscamos el sentido no las incongruencias lógicas, ni el fondo de las palabras, sino el fondo de lo que no tiene fondo, lo que Schelling llamaba “Ungrund”, el fondo incausado, el fundamento primitivo, donde la libertad tiene su hogar. Al encontrarme con la contingente finitud no queda más que la melancolía.


Pero si entramos a contestarles a “ellos”, los medios de comunicación concentrados, y nos encerramos en la coyuntura política periodística, sin pensar a largo plazo. Va a ser muy difícil. Siempre lo ha sido, es cierto.

Es que tanto para el reclamo feminista, como para el de la “Justicia Social”, se necesita una mediación en el pensamiento. No es algo que aparece inmediato a la conciencia y el corazón de mucha gente. “Ellos” se manejan con lo inmediato, lo primero que aparece a la conciencia y el corazón, los prejuicios, los impulsos primitivos, “el sentido común” existente en grandes capas de la población de este país. ¿Cómo lograron instalarlo en el “sentido común”? Algo se ha escrito sobre la cooptación de la subjetividad por parte de las grandes corporaciones multinacionales, los medios hegemónicos concentrados y del poder económico en general.

Hoy un trabajador de Burzaco creé querer lo mismo que Benito Roggio, o Paolo Roca. Son “la gente” de la cual hablan los medios. Todos son “burgueses” y “tienen los mismos intereses”, “todos queremos los mismos”.

Esta disparatada uniformidad está lograda en el “sentido común” de grandes capas de nuestra población. Sí, ya sabemos, empezó con la Dictadura y lo que siguió después acá, y en el mundo.

Ocurre también que la implosión del socialismo real se produjo en gran medida porque no supo crear riqueza, libertad, y espiritualidad. Las tres son necesarias no solo para una organización económica social, sino como apetencia deseante en cada ser humano.

Por eso pensar o tratar de pensar –como con rudimentos artesanales lo hace el escriba- es imprescindible. Pero el origen del pensamiento crítico no es Marx, como muchos dicen sino Kant y su crítica a la metafísica, seguido por Hegel y su dialéctica de la idea, y de las ideas, en el sentido, por supuesto, en que Hegel pensaba la idea.

Los medios nuestros tienen que difundir más la idea, las ideas, sin excluir, va de suyo, la noticia, o la coyuntura. Pero si nos limitamos a las contiendas maniqueas con las estupideces que dicen “ellos”, sus medios, el necio de Luis Majul, las boberías de los editoriales de “La Nación”, las “ideas” obsesivas de Eduardo Feinmann, las manías de los Leuco, los “eruditos” comentarios de Marcelo Bonelli, la columna de “señora gorda” –Landrú- de Joaquín Morales Solá, la pesadumbre sin fin de ese médico devenido periodista, que ni el nombre me acuerdo, el que hablaba de la “hubris”-hybris-, aquel que miraba la cámara con cara de señor mayor, que se yo, tantos otros y otras, las ocurrencias fascistas de Patricia Bullrich –, sin lanzar ideas relevantes al mismo tiempo. El acontecimiento periodístico se convierte en crónica y no en análisis, en cronistas de la coyuntura política periodística, cronistas del maniqueísmo político. Así se nos va a hacer muy difícil para todos y todas y todes.

No doy lecciones de periodismo, cosa que nunca ejercí, es delirio crítico lo que hago. No puedo hacer otra cosa.

Los yanquis, que pensaron esto de hacer un mundo a la medida del poder económico, sabían que había que trabajar con la subjetividad, el “sentido común”, neutralizar la conciencia, el pensamiento, las ideas, agostar la herencia del derecho romano, reducir la idea de justicia a la venganza personal y colectiva –tienen que vender armas y simplificar el “enemigo”- (la mayoría de su cine está basado en la venganza, el impacto, la sorpresa, el desenlace inesperado y vengativo que se consuma). En suma no hay nada complejo en el mundo, todo es simple, a la mano. No hay película de amor en el cine yanqui que no incluya un asesinato. Qué raro esto, yo nunca vi un homicidio cerca de las historias de amor que tuve.

Sí, los hay, y muchos en los femicidios. Pero no hablan mucho de estos temas, siempre hay intereses económicos codiciosos de por medio.

La “gente” lo pide. ¿Qué? La pena de muerte. La educación. Defender la propiedad. La “gente” la odia a ella.

Todos estos temas: lo que la “gente” pide, la pena de muerte, la educación, odiarla a ella, son problemas mucho más complejos que las simplificaciones y frases hechas del “sentido común” que ultradesarrollan los medios concentrados, su origen más remoto está en el cine y series yanquis que difunden, es decir el más difundido, no quiere decir que no haya buen y gran cine yanqui.

Hace unos años iba a escribir –nunca la escribí- una carta para el suplemento, “Radar”, de página. Jamás omitía en sus entregas algún o muchos comentarios a alguna producción estadounidense, o autor, o escritor, o poeta, que se yo. Cuando advertí eso lo dejé de leer. No lo he vuelto a leer desde entonces. Supongo que otros países también tienen producciones culturales, escritores, poetas.

¿Tan al influjo cultural de ellos estamos? Pareciera que después del menemismo sí. En una época la Rock and Pop parecía estar preocupada por la última banda que había sonado durante dos meses en las disquerías y medios de Connecticut.

Ayer leí –en página- una nota muy buena de Esther Díaz –siempre las leo- apelaban a Gottfried Leibniz y sus mónadas para llegar a la multitud o multitudes; las sectas en su singularidad también pueden ser observadas como mónadas. El tema es la relación entre mónadas –es la crítica de Hegel-. La apetencia de infinitud que lee Díaz, en la película de Gabriel Axel, “La Fiesta de Babette”, y encuentra en la celebración que une las diferencias políticas, religiosas, paganas, y como sea, son las que persistentemente se nos da por azar mientras transitamos este mundo, y también lo son las pasiones políticas colectivas que tanto añoramos en esta pandemia. Esta pandemia es como un “coitus interruptus” cuando se iniciaba el gobierno de Alberto Fernández.

Hay que buscar, más allá de las vacunas imprescindibles, en las masas populares la relación de este gobierno con las monadas perdidas y excluidas en el conurbano y todo el país.

En un diálogo en una novela de García Márquez, creo “Crónica de una muerte anunciada”, un personaje dice: “El mundo ha cambiado mucho”, el otro: “Yo no”. Será un signo de senectud. Los poetas también envejecemos por mucho que intentemos mantenernos jóvenes de espíritu al menos. ¿Las ideas envejecen? Maduran con rabia me parece.

Recuerdo imprecisamente los versos de un poema, creo de Raúl Gustavo Aguirre:

“Todo está dicho: la piedra es dura, la lluvia moja, en el desierto hay sed. En el verano hace calor. En el invierno hace frío. Digámoslo de nuevo”.

Basta de alharacas y vamos al texto:





Chantal Mouffe





“NO HAY DOCUMENTO DE CIVILIZACIÓN QUE NO SEA, SIMULTÁNEAMENTE, UN DOCUMENTO DE BARBARIE” (Walter Benjamín, Iluminaciones IV).


Civilización y barbarie son dos modelos de relaciones políticas, económicas y culturales, unidos e inseparables y son el testimonio de la agonía del proyecto liberal en lo político. Pues este presupone unidad para interpretar los principios éticos y políticos, un acuerdo sobre límites y facultades de la democracia liberal. Y pregona, "unidad para todos los argentinos". La falsa unidad o consenso para todos los argentinos es la hegemonía del capital, brutal, y engañosa.


Dice Hegel –en las tesis de habilitación- “la contradicción es la regla de lo verdadero, la no contradicción de lo falso”. 


Sin contradicciones es imposible caminar en sociedad. Chantal  Mouffe[1], diferencia lo político de la política. “Lo político” se refiere a esta dimensión de antagonismo que puede adoptar diversas formas y puede surgir en diversas relaciones sociales. Es una dimensión que nunca podrá ser erradicada”. Por otro lado “La política” se refiere al conjunto de prácticas, discursos e instituciones que busca establecer un determinado orden y organizar la coexistencia humana  en condiciones que siempre son potencialmente conflictivas, ya que están afectadas por la dimensión de lo “político”[2].


“La negación de lo político en su dimensión antagónica es lo que impide a la teoría liberal concebir la política de una manera adecuada. No es posible hacer que desaparezca la dimensión antagónica de lo político simplemente negándola o deseando que desaparezca”. Este es el típico gesto liberal”[3].


El pensamiento liberal también es impotente para pensar las pasiones y las identidades colectivas. El hombre racional abstracto es el que actúa en política, y el individualismo extremo, le impide ver las identidades colectivas.



Al no admitir los conflictos gobierna con un aparato comunicacional y financiero a su medida que escatiman toda noticia conflictiva. Ayer domingo, 10/10/16,  salió en La Nación, una noticia del Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en Rosario el fin de semana y congregó más de 70.000 mujeres de todo el país, y países limítrofes. La noticia se refería a los “desmanes” provocados al final del acontecimiento frente a la Catedral, y la represión realizada por la infantería. Nada había dicho anteriormente, lo mismo Clarín, y Perfil.


Esta forma de invisibilizar un reclamo de género multitudinario es la forma en que el neoliberalismo político elimina conflictos de su agenda que concuerda con su representación de la política.


Habría que verificar la totalidad de motivos por los cuales la sociedad argentina, eligió la barbarie (el gobierno de Macri) para disciplinar al país. El neoliberalismo es barbarie por la fiereza y crueldad con que se dirige a los más débiles, trabajadores, y, simultáneamente, cede el gobierno a los poderosos, banqueros, empresarios, ceos, con nula experiencia política y brutal codicia, para desde el estado beneficiar a sus empresas. Es barbarie por el altísimo nivel de endeudamiento externo que colapsará en un futuro al país sometiéndolo a las finanzas internacionales de las grandes potencias. Es barbarie porque ello provocará más desocupación, más pobreza, más concentración económica, acompañada de represión política institucional con durísimos efectos en sectores desprotegidos. Y es barbarie por su matriz  cultural, para dar un ejemplo,  la“ley de mecenazgo”, "para permitir la deducción de impuestos a empresas que co-participen en proyectos artísticos, puede juzgarse por los resultados diversos que ya se han registrado en Brasil y Chile, países donde hace tiempo se ha aprobado", dice Horacio González, en una crítica nota sobre el proyecto; nosotros decimos si algo de resistencia cultural queda, y creemos que mucho, el mecenazgo es la forma de convertir los productos culturales en fiambres del carrefour que uno elige de las góndolas al compás de música funcional. "Cuando el mercado se apodera de todo, es pobreza para la mayoría, riqueza para minorías, y cultura vedada para el pueblo"[4] .


Pero es la naturaleza de la reacción lo que une civilización  y barbarie. En su intrínseca ideología está el limpiar “la grasa militante” del Estado, “¡Campaña del Desierto!,  ¡Ni idea del número de desaparecidos!, ¡El carnicero que vuelva con su familia!, ¡Si no pueden que no consuman!, ¡Cambien salario por estabilidad!”[5].


Pero la característica de barbarie que más queremos señalar para el gobierno de Macri es la falta de reconocimiento de la naturaleza conflictual de la sociedad la que lo hace apelar civilizadamente a la deshistorización consensualidad, y "unión de todos los argentinos" a través   de la brutalidad de los medios de comunicación dominantes "extirpando" a los partidarios del gobierno anterior de la vida política.


Vayan estas consideraciones como ejemplos de “Civilización y Barbarie" Neoliberal.










[1] “Agonística”, Pensar el mundo políticamente, Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A., 2013, pag. 15: “Pensar de un modo político requiere del reconocimiento de la dimensión ontológica de la negatividad que no puede superarse dialécticamente que nunca podrá alcanzarse la objetividad plena, y el antagonismo es una posibilidad siempre presente. La sociedad está marcada por contingencia y todo orden es de naturaleza hegemónica; es decir, es siempre la expresión de relaciones de poder. En el campo de la política, esto significa que la búsqueda de un consenso sin exclusión y la ilusión de una sociedad armoniosa y perfectamente reconciliada debe ser abandonada. En consecuencia el ideal emancipatorio  no puede formularse en términos de realización de alguna forma de “comunismo”.

[2] “Ibíd. Pág. 22.

[3] Ibíd. Pág. 23

[4] http://vagosperonistas.blogspot.com.ar/2016/09/economia-y-cultura-por-horacio-gonzalez.html


[5] http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-311473-2016-10-11.html carta abierta

viernes, 7 de octubre de 2016

EL CRISTO CÓSMICO: UNA ESPIRITUALIDAD DEL UNIVERSO, Por Leonardo Boff (Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=794)

Leonardo Boff, teólogo de la liberación

El Cristo cósmico: una espiritualidad del universo
2016-09-29



Una de las búsquedas más persistentes entre los científicos que vienen generalmente de las ciencias de la Tierra y de la vida es la de la unidad del Todo. Dicen: «debemos identificar la fórmula que explica todo y así captaremos la mente de Dios». Esta búsqueda tiene como nombre la teoría de la gran unificación, o la teoría cuántica de los campos, o por el pomposo nombre de la teoría del todo. Por más esfuerzos que hayan hecho, todos acaban frustrándose o como el gran matemático Stephen Hawking, abandonando, esta pretensión, por imposible. El universo es por demás complejo para ser aprehendido por una única fórmula.

Sin embargo, investigando sobre las partículas subatómicas –más de cien– y las energías primordiales, se ha llegado a percibir que todas ellas remiten al llamado «vacío cuántico», que de vacío no tiene nada porque es la plenitud de todas las potencialidades. De ese fondo sin fondo han surgido todos los seres y todo el universo. Se representa como un vasto océano, sin márgenes, de energía y de virtualidades. Otros lo llaman “fuente originaria de los seres”, o el “abismo alimentador de todo”.

Curiosamente, uno de los mayores cosmólogos, Brian Swimme, lo denomina lo inefable y lo misterioso (The Hidden Heart of the Cosmos, 1996). Pues bien, éstas son características que las religiones atribuyen a la Realidad Última, que es llamada con mil nombres: Tao, Yavé, Alá, Olorum, Dios... El vacío grávido de energía, si no es Dios (Dios es siempre mayor), es su mejor metáfora y representación.

Lo fundamental no es la materia, sino ese vacío grávido. Ella es una de las emergencias de esa fuente originaria. Thomas Berry, el gran ecólogo/cosmólogo norteamericano, escribió: «Necesitamos sentir que estamos cargados con la misma energía que hizo surgir la Tierra, las estrellas y las galaxias. Esa misma energía hizo surgir todas las formas de vida, y la conciencia refleja de los humanos. Es la que inspira a los poetas, los pensadores y los artistas de todos los tiempos. Estamos inmersos en un océano de energía que va más allá de nuestra comprensión. Pero esa energía en última instancia nos pertenece, no por la dominación sino por la invocación» (The Great Work, 1999, 175), es decir, abriéndonos a ella.

Si es así, todo lo que existe es una emergencia de esta energía fontal: las culturas, las religiones, el propio cristianismo e incluso las figuras como Jesús, Moisés, Buda y cada uno de nosotros. Todo venía siendo gestado dentro del proceso cosmogénico en la medida en que surgían órdenes más complejos, cada vez más interiorizados e interconectados con todos los seres. Cuando se da determinado nivel de acumulación de esa energía de fondo, entonces ocurre la emergencia de los hechos históricos y de cada persona singular.

Quien vio esta gestación de Cristo en el cosmos fue el paleontólogo y místico Teilhard de Chardin (+1955), aquel que reconcilió la fe cristiana con la idea de la evolución ampliada y con la nueva cosmología. El distingue lo «crístico» de lo «cristiano». Lo crístico se presenta como un dato objetivo dentro del proceso de la evolución. Sería aquel eslabón que une todo con todo. Porque estaba dentro de ella pudo irrumpir un día en la historia en la figura de Jesús de Nazaret, aquel por quien todas las cosas tienen su existencia y consistencia, en el decir de San Pablo.

Por eso, cuando lo crístico es reconocido subjetivamente y se transforma en contenido de la conciencia de un grupo, se transforma en «cristiano». Entonces surge el cristianismo histórico, fundado en Jesús, el Cristo, encarnación de lo crístico. De aquí se deriva que sus raíces últimas no se encuentran en la Palestina del siglo primero, sino dentro del proceso de la evolución cósmica.

San Agustín escribiendo a un filósofo pagano (Epistola 102) intuyó esta verdad: «La que ahora recibe el nombre de religión cristiana existía anteriormente, y no estuvo ausente en el origen del género humano, hasta que Cristo vino en la carne; fue entonces cuando la verdadera religión, que ya existía, empezó a ser llamada cristiana».

En el budismo se hace un razonamiento parecido. Existe la budeidad (la capacidad de iluminación) que venía forjándose a lo largo del proceso evolutivo hasta que irrumpió en Sidarta Gautama que se volvió Buda. Este sólo pudo manifestarse en la persona de Gautama porque la budeidad estaba antes en el proceso evolutivo. Entonces se volvió Buda como Jesús se volvió Cristo.

Cuando esta comprensión es interiorizada hasta el punto de transformar nuestra percepción de las cosas, de la naturaleza, de la Tierra y del universo, entonces se abre el camino a una experiencia espiritual cósmica, de comunión con todo y con todos. Realizamos por esta vía espiritual lo que los científicos buscaban por la vía de la ciencia: un eslabón que unifica todo y lo atrae hacia delante.