miércoles, 16 de septiembre de 2015

Sobre el texto de Peter Singer: Repensar la vida y la muerte, el derrumbe de nuestra ética tradicional por Claudio Javier Castelli



(Trabajo en verdad titulado "¿Repensar la vida y la muerte?", y presentado en la materia Bioética, de la Maestría en Filosofía del derecho, de la Facultad de Derecho de la UBA. La posición de Singer, como, a poco de leer se demuestra, estamos lejos de compartirla, pero es necesario que sea conocida)

1) Sobre el texto de Peter Singer: Repensar la vida y la muerte, el derrumbe de nuestra ética tradicional, Paidós, Barcelona, Buenos Aires, Méjico, 1997, Capitulo 9.



a) La estructura de las revoluciones éticas.



“Los antiguos utilizaban el modelo de sistema solar propuesto por Tolomeo, según el cual la tierra era el centro del universo y todos los cuerpos celestes giraban en torno a ella”. Copérnico propuso un planteamiento totalmente nuevo, sugirió que los planetas, incluida la tierra, giraban alrededor del sol. Esta idea exigía abandonar la preciada idea de que el hombre es el centro del universo. Kepler demostró después que las órbitas no era círculos perfectos, sino elípticas. Sí nosotros somos la razón de que se haya creado todo lo demás, ¿por qué recibimos un trato tan mediocre? (Ibíd. Pág.185/186).

“Al igual que la cosmología anterior a Copérnico, la doctrina tradicional de la santidad de la vida humana es hoy en día un profundo problema”. Es el momento de otra revolución copernicana. La visión tradicional de que toda la vida humana es sacrosanta no es capaz de hacer frente al conjunto de problemas a que nos enfrentamos. La nueva visión ofrecerá un planteamiento nuevo y más prometedor? (Ibíd. Pág. 186/87).



b) La reescritura de los mandamientos.

“¿Cuál será la actitud de la nueva ética? Tomaré cinco mandamientos de la vieja ética que hemos vistos que son falsos y mostraré como es necesario reescribirlos para obtener un nuevo planteamiento ético de la vida y la muerte. No quiero que los cinco nuevos y mandamientos se consideren como algo esculpido en piedra. “Yo desde luego no apruebo ninguna ética grabada en piedra (Ibíd. Pág.187).

Primer antiguo mandamiento: Considerar que toda vida humana tiene el mismo valor. Cuando la ley toma al pie de la letra este mandamiento, se produce lo que ahora todo el mundo considera algo absurdo, como la supervivencia de Joey Fiori durante casi dos décadas en estado vegetativo persistente, o el que se siga asistiendo con un respirador a un bebé anancefálico. (Ibíd. Pág. 188).

Primer nuevo mandamiento: reconocer que el valor de la vida humana varía. Cuando la vida no es una vida total o casi total privación, la nueva ética juzgará si vale la pena seguir viviendo mediante el tipo de ejercicio de equilibrio recomendado por el juez Donaldson en proceso del bebé J, teniendo en cuenta tanto el sufrimiento predecible como las posibles compensaciones. El mejor argumento en favor del nuevo mandamiento es lo absurdo del antiguo. Cuando rechacemos este antiguo mandamiento, nos fijaremos en las características que atañen a la ética, como la capacidad para disfrutar de experiencias agradables, interactuar con otras personas o tener preferencias sobre la continuidad de la vida. Nuestra decisión sobre cómo tratar a estos pacientes no dependerá de la sublime retorica sobre el mismo valor de toda vida humana, sino de las opiniones de las familias y parejas, que merecen consideración en un momento de pérdida trágica. (Ibíd. Pág.188/189/190).

Segundo antiguo mandamiento: Nunca poner fin intencionadamente a una vida humana inocente. El segundo mandamiento se debería rechazar porque es demasiado absolutista como para tener en cuenta todas las circunstancias que pueden plantearse. Si la Iglesia católica hubiera dicho que era permisible practicar craneotomía, habría tenido que renuncia o bien al carácter absoluto de su prohibición de poner fin a una vida humana o bien a la idea de que el feto es un ser humano inocente. La doctrina sigue vigente, aunque la razón de que ya no esté causando la muerte de mujeres sin motivos es únicamente que los avances en los métodos obstétricos ahora permiten desbloquear el feto y sacarlo vivo. Otra circunstancia en la que es necesario renunciar al segundo antiguo mandamiento es –como los jueces británicos señalaron al fallar en el caso Bland- cuando la vida no beneficia a la persona que la está viviendo. Pero esto sólo demuestra la importancia que le da la ética tradicional a la fina línea que separa el poner fin a una vida suprimiendo el tratamiento y ponerle fin mediante una inyección letal. La actitud de la ética tradicional queda resumida en el famoso verso: No matarás; pero no es necesario que luches sumisamente por seguir viviendo.

(Ibíd. Pág. 190/91)

Segundo nuevo mandamiento: responsabilízate de las consecuencias de tus decisiones. En vez de fijarse en si los médicos pretenden o no poner fin a las vidas de sus pacientes, o si ponen fin a las vidas de sus pacientes retirándoles los tubos de alimentación den vez de suministrarles inyecciones letales, el nuevo mandamiento insiste en que los médicos deben preguntar si una decisión que prevén que pondrá fin a la vida de un paciente es correcta, tras haber considerado todos los aspectos. El nuevo enfoque no tiene que considerar el dejar de salvar como equivalente de matar. La propia sociedad no sobreviviría si no hubiera algún tipo de prohibición del asesinato de personas. La sociedad puede sobrevivir si la gente no salva otras personas que lo necesitan, aunque será una sociedad más fría y menos unida

La distinción entre matar y permitir morir es menos clara de lo que comúnmente pensamos. Cualesquiera que sean las razones que pueda haber para preservar al menos una parte de la distinción tradicional entre matar y permitir morir –por ejemplo-sostener que es peor matar personas ajenas que dejar de darles la comida que necesitan para sobrevivir- estas razones no se aplican cuando, como Lillian Boyes, una persona quiere morir y la muerte sería más rápida y menos dolorosa si se produjera mediante un acto (por ejemplo, suministrar una inyección letal) que por omisión (por ejemplo, esperar hasta que el paciente contraiga una infección y entonces no suministrarle antibióticos). (Ibíd. Pág. 192/193/194)

Tercer antiguo mandamiento: nunca te quites la vida e intenta evitar siempre que otros se quiten la suya. La prohibición del suicidio formaba parte de la creencia general de que el Estado debería hacer valer la moralidad y actuar de forma paternalista con los ciudadanos. El primero en poner en tela de juicio esta idea del verdadero papel del estado fue el filósofo británico del siglo XIX John Stuart Mill, que escribió en su obra clásica De la libertad: “El único fin por el que se puede ejercer legítimamente el poder sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada, en contra de su voluntad, es evitar que perjudique a los demás. Su propio bien, ya sea físico o moral, no es razón sufieciente.” (Ibíd. Pág. 194).

Tercer nuevo mandamiento: respeta el deseo de vivir o morir de una persona. Sólo una persona puede querer seguir viviendo o no tener planes para el futuro porque solo una persona puede comprender la posibilidad de una existencia futura para sí mismo. Esto significa que poner fin a la vida de las personas contra su voluntad es algo diferente de poner fin a la vida de los seres que no son personas. De hecho, estrictamente hablando, en el caso de aquellos que no son personas no podemos hablar de poner fin a sus vidas en contra o según su voluntad porque no pueden tener deseos acerca de esta cuestión. Sólo una persona tiene derecho a vivir. (Ibíd. Pág. 195).

Cuarto y antiguo mandamiento: creced y multiplicaos. Es un mandamiento Bíblico. San Agustín decía que el acto sexual sin el propósito de procrear es pecado y que el intentar impedir activamente la procreación convierte a la cámara nupcial en un burdel. Lutero y Calvino eran iguales de enérgicos. En el Siglo XIX y hasta la primera guerra mundial, varias potencias europeas tenían políticas de incrementar la población para tener grandes ejércitos. Las restricciones al aborto se deberían considerar en el marco de esta visión histórica de que es bueno que aumente el número de personas. El exceso de población mundial hace desacertado el mandato Bíblico. El autor presupone que por el exceso de población mundial y el recalentamiento terrestre, haría imposible un buen nivel de vida, como “los nuestros” (sic) –Ibíd. Pág.195/96-

Cuarto y nuevo mandamiento: traer niños al mundo sólo si son deseados.

El hecho de que un embrión se pueda convertir en una persona no significa que se pueda perjudicar a ese embrión. El embrión no tiene ni ha tenido nunca, necesidades o deseos, por lo que no podemos perjudicarle haciendo algo contrario a sus deseos. Ni podemos causarle sufrimiento. No es más que un óvulo antes de la fertilización. Si no está mal matar a un embrión porque perjudica a un ser humano ya existente, entonces el hecho de que matarlo signifique que nazca una persona menos tampoco lo perjudica. (Ibíd. Pág. 197).

Quinto antiguo mandamiento: considera cualquier vida humana siempre más valiosa que cualquier vida no humana.

“Si comparamos aun niño humano muy retrasado con un animal no humano, por ejemplo un perro o un cerdo, a menudo descubriremos que el ser no humano tiene capacidades superiores, tanto reales como potenciales, para la racionalidad, la conciencia de sí mismo, la comunicación y cualquier otra cosa que se pueda considerar importante.” En la revista donde el autor escribió lo anterior recibió más de cincuenta cartas de protesta, y en Alemania fue suspendido un simposio, donde iba a hablar también por las protestas de sus irritantes posiciones. Singer manifiesta que es una defensa desesperada de la visión antropocéntrica del universo. Solo la arrogancia humana puede impedir que lo veamos. (Ibíd. LPág. 198/99).

Quinto nuevo mandamiento: no discriminar por razón de la especie.

La creencia de que toda vida tiene el mismo valor sugiere que es tan malo arrancar una col como lo sería matar de un disparo a la primera persona que llamara el timbre de la puerta. Si es un extraterrestre, y éste puede tener preferencias conscientes por seguir viviendo, ésta es una razón para no matarle. No todo corazón humano es humano, mientras que algunos corazones no humanos son humanos. Debemos conceder a los animales no humanos el mismo derecho a la vida que concedemos a los seres humanos el mismo derecho a la vida que concedemos a los seres humanos o considerar que está igual de mal poner fina a la vida de esos seres no humanos que poner fin a la vida de un ser humano con la misma característica o combinación de características. No podemos otorgar justificadamente más protección a la vida de un ser humano de la que otorgamos a un animal no humano si el ser humano ocupa un puesto inferior al del animal en cualquier escala posible de características relacionadas con él. Ni todos los miembros de la especie Homo sapiens son personas ni todas las personas son miembros de la especie Homo sapiens. (Ibíd. Pág.199/200/01/02).

c) Algunas respuestas.

A pesar del carácter preliminar del esbozo de la nueva ética, no es prematuro ver que respuestas da a algunos de los problemas que hemos discutido.



Muerte cerebral, anencefalia, muerte cortical y estado vegetativo persistente.

El nuevo planteamiento no hace que la decisión sea más fácil. El dejar de mantener las funciones corporales de estas personas normalmente es una decisión ética justificada, según el primero y quinto nuevo mandamiento, puesto que la característica más relacionada con la ética en los seres humanos cuyo cerebros han dejado de funcionar irreversiblemente no es que son miembros de nuestra especie, sino que no existe la posibilidad de que recobren el conocimiento. El seguir viviendo no puede beneficiarles si carecen de conciencia.

Cuando los padres de un niño anencefálico quieren que se donen los órganos de sus hijos para salvar la vida de otro niño, el hecho de que el bebé anencefálico esté vivo no debería impedirnos hacer lo evidente: tomar el corazón del bebé que no puede beneficiarse de seguir viviendo y dárselo a otro que si puede. Si los padres del niño corticalmente muerto hubieran estado dispuesto a dar su consentimiento para donar su corazón, se podría haber salvado al bebé con una lesión de corazón. (Ibíd. Pág.203/04).

Aborto y mujeres embarazadas en estado de muerte cerebral.

Después de comparar la vida humana con las ranas y los peces, concluye que no hay razones para para oponerse al aborto antes de que el feto sea consciente, y sólo hay razones muy poco sólidas para oponerse a él en cualquier fase del embarazo. (Ibíd. Pág.204/05)

Recién nacidos

En la moderan era de leyes del aborto liberales, la mayoría de los que no se oponen al aborto liberales, la mayoría de los que no se oponen al aborto han trazado una línea muy clara en el nacimiento. Si, como he defendido, esta línea no marca un cambio repentino en el estatus del feto, entonces parece haber sólo dos posibilidades: oponerse al aborto o permitir el infanticidio. Aunque, después de cierto momento, el feto pueda ser capaz de sentir dolor,, no hay razón para considerarle racional o consciente de sí mismo, por no mencionar capaz de vérsela a sí mismo como existente en diferentes momentos y lugares. Pero lo mismo se puede decir de un niño recién nacido. Los bebés humanos no nacen con conciencia de sí mismo, ni son capaces de comprender que existen en el tiempo. No son personas. De ahí que no parezca que sus vidas merecer más protección que la vida de un feto. El derecho a controlar su propio cuerpo y su propio sistema reproductor ya no es suficiente para determinar la vida o muerte del bebé recién nacido. Si la madre del bebé no quiere quedarse con su hijo, puede hacerse cargo de él otra persona. Esta razón para preserva la vida del niño es fuerte en una sociedad en que hay más parejas esperando para adoptar un bebé que niños que necesiten que les adopten. El nacimiento establece una diferencia en el estatus del bebé. Pero la diferencia es de grado, no debe pensarse que al niño recién nacido se le debe el mismo grado de protección que una persona. En general, las decisiones sobre el futuro de los recién nacidos con graves discapacidades las deberían tomar no los jueces que no tendrán nada que ver con el niño después del juicio, sino los padres tras consultar con el médico. ¿Por qué entonces un médico tan eminente como sir Douglas Black se sintió capaz de decir, en el juicio de Arthur, que es ético que un niño que padece síndrome de Down…no sobreviva. Tanto en beneficio de nuestros hijos como en el nuestro, puede que no queramos que un niño comience el incierto viaje si las perspectivas son turbias. Hoy en día el diagnóstico prenatal es algo rutinario en las mujeres mayores, que tienen más riesgo de tener un bebé con síndrome de Down. Se basa en el supuesto de que si la prueba muestra un feto con síndrome de Down u otras anormalidades, le seguirá un aborto. Si el embarazo era deseado, la pareja normalmente intentará concebir otro hijo. El argumento más sólido para considerar que los recién nacidos tienen derecho a la vida desde el momento del nacimiento es simplemente que ninguna otra línea tiene la visibilidad y evidencia que se requiere para marcar el comienzo de un derecho a la vida reconocido socialmente. (Ibíd. Pág. 206/207/208/209/210/211/212/213)

Personas

Es un ser con conciencia de su propia existencia en el tiempo y con capacidad para tener necesidades y planes para el futuro. También hay una poderosa razón política y social para proteger las vidas de aquellos que pueden temer su propia muerte. Esto proporciona otra razón para reconocer que toda persona tiene derecho a la vida o, en otras palabras, que es más erróneo quitarle la vida a una persona que quitarle la vida a cualquier otro ser. Nadie puede temer que le maten si lo pide de forma persistente, informada y autónoma. El segundo nuevo mandamiento indica que los médicos no pueden refugiarse en la idea de que, al suspender el tratamiento, simplemente están dejando que la naturaleza siga su curso. Al contrario, son responsables de la decisión que toman, que va a permitirle al paciente morir, en vez de posponer la muerte.

La base de la nueva postura acerca de la vida y la muerte

Hay una opinión común de que la razón y los argumentos no desempeñan un papel en la ética y, por tanto, no tenemos necesidad de defender nuestras opiniones éticas cuando se cuestionan. Espero haber mostrado que no es fácil ignorar el hecho de que nuestra visión de la ética de la vida y la muerte es incoherente. Las diferencias entre el antiguo y el nuevo enfoque provienen de cinco mandamientos éticos claves. Con cambiar dos supuestos es suficiente para llevar a cabo una completa transformación de la vieja ética. El primero de estos supuestos es que somos responsables de lo que hacemos intencionadamente, pero en cierto modo no somos responsables de lo que no impedimos deliberadamente. El segundo es que las vidas de todos los miembros de nuestra especie, y sólo de ellos, merecen mayor protección que la vida de cualquier otro ser. Ambos supuestos tienen un origen religioso. Las raíces del primero se encuentran en la idea judeocristiana de que la ley moral está consignada en reglas sencillas que no permiten excepción y el segundo proviene de la idea de esa misma tradición de que Dios creó al hombre a su imagen, le otorgó el dominio sobre todos los animales y concedió un alma inmortal sólo a los seres humanos de entre todas la criaturas. ¿Pueden los médicos que retiran los tubos de alimentación a los pacientes en estado vegetativo persistente creer realmente que existe un enorme abismo entre hacer esto y poner a esos mismos pacientes una inyección que haga que sus corazones dejen de latir?. Si lo único que hiciéramos con respecto a la vieja ética fuera renunciar a estos dos supuestos, todavía tendríamos que construir una ética completamente nueva. Esta postura sería lógica, pero no atractiva. De un modo similar, al haber renunciado a la distinción entre animales humanos y no humanos, podríamos negarnos a establecer una distinción entre personas y aquellos que no son personas y, en vez de ello, insistir en que todos los seres vivos o, quizá más convincentemente, todos los seres capaces de experimentar placer o dolor tienen el mismo derecho a la vida. Pero sin sus dos supuestos cruciales, aunque poco sólidos, la vieja ética no puede sobrevivir. La cuestión no es si será reemplazada, sino cual será la forma de su sucesora.



2) Opinión de quien esto escribe referente al texto de Peter Singer: Repensar la vida y la muerte, el derrumbe de nuestra ética tradicional, Paidós, Barcelona, Buenos Aires, Méjico, 1997, Capítulo 9.

Verdaderamente me resultó un texto irritante y falto de fundamentación, escrito por un provocador, pero no por alguien que se tome en serio los complejos problemas que están tratados en su libro, que en su capítulo 9, no alcanza a satisfacer el pomposo título “Repensar la vida y la muerte”. Tengo sospechas fundadas de su absoluta funcionalidad a grandes intereses económicos, que se disfrazan de mástil de proa, para reescribir con pluma ligera lo que necesita un análisis meditado.

En todo caso me lleva repensar el tema de la Bioética, que conocía sólo de oídas. Hubiera preferido un texto católico (quien esto escribe es protestante), como punto límite de la posición cristiana en la materia, para, a partir de ahí, ver con claridad cómo se cae como un castillo de naipes el utilitarismo yanqui, y el negocio de las corporaciones que deben ser consideradas al momento de tratar estos temas.

Considero toda vida humana como superior en derechos a todos los demás seres, pero eso no implica que el resto de los seres no merezcan protección; sólo que la vida humana es depositaria del espíritu, que existe en todo hombre, sea o no creyente, y merece toda protección, y la vigencia de todos los derechos humanos por el hecho de ser. Y la sociedad y el estado deben realizar todos lo que esté a su alcance para proteger y salvar una vida humana.

Creo que hay dos temas que merecen tratamiento especial el embrión no implantado, y el aborto. Con respecto al embrión no implantado, es necesario evaluar concienzudamente la necesidad de parejas que no pueden tener hijos; pero de ninguna manera puede cubrirse la diagramación del porte, talle, o mejoramiento del niño, con técnicas de perfeccionamientos de la raza humana propias de Menguele.

El tema del aborto es aún más complejo, las clases medias y altas tienen abortos clandestinos en clínicas cuidadas y protegidas, los pobres tienen abortos inhumanos en curanderas, y se provocan innumerables muertes por abortos. No vamos a estimar la cantidad o cifra negra de los abortos que se realizan y de las muertes provocadas por esos abortos clandestinos. Por otro lado, no estoy tan seguro que deba imponerse a las mujeres que soporten un niño no deseado, un embarazo de 8 meses, y que después entreguen el niño a la “policía”; se conviertan en un pleno aparato reproductor. Con respecto al aborto proveniente de una situación de riesgo de vida de la madre, o de violación (art. 86, segunda parte del Código Penal), no merece discusión. Está exceptuado de punibilidad desde 1921. Es que considero que el problema del aborto debe dejar de ser un problema del derecho penal, para ser un problema de conciencia moral y ética, asimismo religiosa. Los únicos que llegan a los tribunales con este tema son los pobres (quien esto escribe se dedica al derecho penal).

De todas formas son temas complejos donde se concentran en un haz: pasiones, posiciones, experiencias, mandatos, broncas, derechos, necesidades humanas, que no son solamente racionales o irracionales, sino que aparecen en un turbión vital.

Se necesitaría además de adoptar una posición, intentar contribuir a la solución de una realidad incontrastable, que produce “sangre, sudor y lágrimas”, afectando a los más débiles (Jesús anduvo entre los pobres), allí se necesita una cuota de realismo. Por supuesto que los argumentos de Singer, son baladí, y no toma el hecho con seriedad.


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